El peeling consiste en la aplicación de agentes químicos en la piel que inducen de una forma acelerada su exfoliación, consiguiendo así una renovación de las capas de la piel y su regeneración.
Según el agente utilizado y el poder de penetración se obtienen diferentes beneficios.
Existen tres tipos de peeling según la profundidad:
Peeling superficial: cierra los poros, aporta uniformidad al tono de la piel y un aspecto más juvenil y saludable. Ayuda a controlar el acné, la foliculitis y la secreción sebácea y mejorar el tamaño del poro.
Peeling medio: está indicado en el caso de elastosis solar y las arrugas finas y de profundidad media, aumentando los depósitos de los glucosaminoglicanos, incluyendo el ácido hialurónico y la síntesis de colágeno. Mejora las manchas producidas por el sol y algunas cicatrices de acné. Se utiliza como complemento de algunos tratamientos de microdermoabrasión, lifting o rellenos.
Peeling profundo: no se realizan en la consulta de dermatología en forma ambulatoria, puesto que se requiere el ingreso del paciente durante 3-4 días.
El efecto esperado se ve de forma inmediata en el caso de los peeling superficiales o a las pocas semanas cuando son más profundos los que actúan a nivel dérmico.

