Es
una enfermedad inflamatoria hereditaria, de carácter
autoinmune, de curso crónico y que se caracteriza por la presencia
de prurito, eritema, xerosis, exudación, formación de costras y
descamación, que afecta especialmente a la primera infancia y
adolescencias.
El tratamiento de la dermatitis atópica se basa fundamentalmente en una serie de medidas generales de prevención y en el tratamiento de los tres factores fundamentales del proceso: la piel seca, el picor y las lesiones de eccema,-.
Es importante en su tratamiento romper el ciclo de picor –rascado.
Los niños con dermatitis atópica presentan una mayor tendencia a presentar infecciones cutáneas por: bacterias, especialmente por estafilococo dorado, molusco contagiosos y verrugas. El picor y el rascado son factores que pueden facilitar puertas de entrada para estas infecciones.
Los tratamientos dependen de las manifestaciones clínicas y es importante un seguimiento estrecho durante los brotes y previamente realizar cuidados generales e hidratación adecuada.
Actualmente se investigan múltiples fármacos que tendrán mejor tolerabilidad, especificidad y eficacia que serán de gran utilidad en formas rebeldes.